
Escuchar a un niño decir una ‘palabrota’ puede causar sorpresa, molestia o incluso risas. Sin embargo, los padres deben entender que ese comportamiento no tiene nada de gracioso.
El psiquiatra especialista en niños y adolescentes Horacio Vargas Murga explica que esto suele darse desde los 5 o 6 años de edad, cuando los chicos tienen mayor interacción social.
Si bien los hijos pueden decir lisuras por imitación, también existen otras razones, como la búsqueda de atención, la expresión emocional o la falta de herramientas para comunicarse de forma adecuada.
Padres, cuidadores y maestros deben evitar decir groserías frente a los niños. Si lo hacen, es crucial reconocer que no estuvo bien y explicar el motivo.

“Los adultos deben ser modelos coherentes”, enfatiza. Ante estos casos, el especialista recomienda a los padres actuar con serenidad y evitar reírse o celebrar la situación, para evitar reforzar ese comportamiento. Debe primar el diálogo, explicando con claridad las consecuencias.
También es importante averiguar qué quiso expresar realmente el niño y enseñarle otras formas de comunicar la rabia, la frustración u otra emoción.
Este tema no debería evitarse, sino abordarse con apertura y firmeza.
DATITO
Una dinámica útil para estos casos es el juego de las palabras poderosas, que es hacer una lista de expresiones positivas como ‘por favor’, ‘te quiero’ y ‘disculpa’.
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