
Que un adulto mayor se resista a bañarse o cambiarse de ropa puede deberse a muchas causas, como miedo a caerse en la ducha, frío, vergüenza y hasta flojera, pero también podría ser signo de otros problemas de salud más graves. Por ejemplo, dolor físico, problemas de visión o tacto, así como depresión, demencia o alzhéimer.
Si es lo primero, basta con intentar convencerlo y, si quiere, ayudarlo en la tarea, pero si es lo segundo, sobre todo de alzhéimer, ameritaría un mayor esfuerzo de parte de los familiares o cuidadores.
Según el geriatra Carlos Sandoval, bañarse es una de las primeras actividades personales que el paciente con alzhéimer pierde, pues lidia con el olvido de cómo retirarse la ropa, cómo enjabonarse, cómo secarse, etc.
“Para vestirse, tampoco recuerda qué ponerse primero, qué después, qué pasos debe dar para ponerse la ropa interior, el pantalón, la camisa, etc.”, indica el experto en su libro ‘El abc del alzhéimer’.

Sandoval afirma que todo parte de la motivación y sugiere establecer un horario, hábitos higiénicos y mantenerlos en el tiempo. “Aunque algunas personas no necesitan bañarse todos los días, se aconseja lavar a diario la cara, manos, genitales y zonas con pliegues del cuerpo”, señala.
Decirle al abuelito lo que se va a hacer y pedirle su colaboración, y tomar medidas preventivas. Hay que organizarle la ropa, colocarla en el orden en que debe ponérsela: primero, ropa interior y luego las prendas inferiores y superiores.
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