Para algunos, el ladrido de los perros es un efecto secundario de la domesticación y no tiene ninguna función comunicadora como tal, mientras que otros especialistas afirman que depende de la situación en la que se encuentra el can para que tengan un significado.
El portal de Muy Interesante compartió que dependiendo del contexto en el que se encuentren, los ladridos y los gruñidos de un perro pueden variar en ritmo, tono y amplitud. Sophia Yin, de la Universidad de California, llevó a cabo un estudio en 2002 en el que grabó 4672 ladridos correspondientes a tres diferentes situaciones (peligro, estrés y juego).
Al comparar los espectrogramas de los ladridos, pudo comprobar que los de estrés y de peligro presentaban baja frecuencia, tonos más graves y una mayor duración que los ladridos emitidos juguetonamente.
Otro estudio, llevado a cabo por el etólogo Peter Pongracz, miembro de la misma universidad de Faragó y publicado en la revista Applied Animal Behaviour Science, demostró que el ritmo cardiaco de los perros se alteraba al ser expuesto a diferentes ladridos, sugiriendo la comprensión de dicha diferenciación: mientras que un “ladrido solitario” reproducido múltiples veces dejaba de ocasionar efecto alguno en el perro, cuando este cambiaba por un “ladrido extraño”, el ritmo cardiaco del perro se aceleraba y este reaccionaba abruptamente, y viceversa.
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