
Con el transcurrir de los años, la mujer se va dando cuenta de que no solo le crece la edad, sino que también la sabiduría que le ofrece la experiencia.
Los caminos andados y los tropiezos, la llevan a cambiar totalmente su mundo y su lista de prioridades. Por eso, una mujer madura no es para cualquiera.
“Esa mujer ya lloró, ya perdió, ya se levantó muchas veces del suelo, no está para mendigar amor, ni para enseñarle a nadie cómo se cuida un corazón”, señala Daniel Dueñas, comunicador social y creador de contenido.

El experto en temas de relaciones humanas también menciona que una señora “no busca a alguien que le diga cosas lindas, busca a quien cumpla cada palabra que promete, no quiere juegos ni medias verdades, quiere paz, respeto y lealtad”. Si está sola, no suplicará por amor porque es consciente de su valor y de que con ella no se juega, porque tampoco quiere jugar con nadie.
Una mujer madura —indica— no acepta migajas de amor, ama su independencia, dice lo que piensa, no le interesa caerle bien a todo el mundo porque ha vivido lo suficiente para saber quién es en realidad. Tampoco se enfrasca en discusiones vanas, porque la madurez le enseña a distinguir entre lo que realmente importa y, sobre todo, no le gusta perder el tiempo con alguien que no la toma en serio. “Así que si no sabes estar, mejor no llegues a su vida”, advierte Dueñas.










