
En un mundo donde muchas veces se nos enseña a callar para evitar conflictos, es fundamental recordar que el respeto no se negocia. Nadie tiene derecho a humillarte ni hacerte sentir menos. Callar ante la falta de respeto no es sinónimo de fortaleza ni madurez; es permitir que otros decidan cuánto vales. Y tú vales demasiado como para permitirlo.
El respeto empieza por uno mismo. “Cuando aprendes a poner límites, también enseñas a los demás cómo tratarte. No se trata de gritar ni de confrontar por impulso o malcriadez, sino de tener la seguridad para decir ‘esto no me gusta’ o ‘no me hables así’ sin culpa ni miedo”, explica el psicólogo Ítalo Arrúe.
Recuerda que la dignidad no se ruega, se defiende con firmeza y con la frente en alto. Aprender a hacerse respetar no es una muestra de arrogancia, sino de autoestima sana.
“Una mujer que se valora deja claro qué conductas acepta y cuáles no, y eso genera relaciones más equilibradas y justas”, agrega el psicólogo.

Así que no te calles más. Si algo te hiere, dilo. Si alguien te humilla, aléjate. Si sientes que tu voz tiembla, úsala igual. Hablar, poner límites y exigir respeto no te hace problemática, te hace libre, valiente y poderosa.
ATENCIÓN AQUÍ
Levantar la voz y poner límites no te hace rebelde, sino una mujer empoderada. Exigir respeto es una muestra de amor propio, no una actitud desafiante.
TE VA A INTERESAR:
- Tiernos y cariñosos: estos son los peludos que se robaron corazones esta semana
- Monique Pardo en exclusiva: La verdad sobre Mick Jagger, Julio Iglesias, ha sido infiel y más
- ¿Qué debo hacer para tener buena salud?
- Joven venezolana cumple su sueño de ingresar a San Marcos: Esta es su historia










