Entre los valles de Supe y Huaura, en la provincia de Barranca, en el norte de Lima, en una ubicación estratégica elevada y cerca a campos de cultivo, se levanta el sitio arqueológico de Peñico, un centro urbano de más de 3 mil 500 años de antigüedad.
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Considerado como la continuidad de la civilización Caral -de 5 mil años, que se desarrolló entre 3000 y 1800 años aC-, Peñico se acaba de abrir a visitantes de todo el mundo.
Más allá de la majestuosidad de sus áreas recuperadas y restauradas en la última década, Peñico tiene gran importancia histórica porque, en tiempos preincaicos, conectó a poblados de la costa y la sierra de Supe y Huaura, rumbo a la cordillera y la selva del antiguo Perú.
Peñico. Foto: Internet.
Construido sobre 600 msnm, Peñico cuenta con 18 estructuras arquitectónicas, incluidos templos ceremoniales, edificaciones administrativas y complejos residenciales.
Centro religioso de Peñico. Foto: Internet.
Destaca el Salón Ceremonial de los Pututus, centro religioso principal con esculturas de personajes de formas humanas y animales, así como paredes en que se tallaron pututus, instrumentos musicales andinos hechos de grandes caracoles marinos (Lobatus galeatus).
Las áreas para funcionarios y habitantes de la ciudad, de formas geométricas, confirman que Peñico era una ciudad bien organizada y planificada.
Esculturas que se encontraron en Peñico. Foto: Internet.
DATITO
En los ambientes de Peñico -cuyas ruinas fueron descubiertas en 2017 por la arqueóloga Ruth Shady, la investigadora de Caral- se encontró collares elaborados con conchas marinas y pututus, pero también esculturas policromadas con rasgos andinos y amazónicos. Eso confirma que Peñico -desde 2002, Patrimonio Cultural de la Nación- era un complejo arquitectónico que en su momento sirvió de nexo entre la civilización Caral con poblados en la sierra y la selva.
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