
La parte más compleja del esqueleto, el cráneo, da forma a la cara y la cabeza, protege el cerebro y aloja los órganos de los sentidos. Está formado por 22 huesos, de los cuales 21 están fijados por juntas inamovibles, para formar una estructura de resistencia extraordinaria.
El único hueso móvil del cráneo es la mandíbula o maxilar inferior. Es un hueso en forma de ‘U’ que aloja los dientes inferiores y se conecta al resto del cráneo a través de la articulación temporomandibular.
La función principal de este hueso es formar el contorno de la cara (mentón y línea mandibular) y mantener en su lugar a los dientes inferiores. Es esencial para la masticación, ya que se mueve hacia arriba, abajo y hacia los lados. Así, podemos triturar y descomponer la comida que nos llevamos a la boca y facilitar la digestión.
Otra función de la mandíbula es el habla, pues facilita la producción de sonidos al cambiar la forma de la boca durante la fonación. Contribuye a crear la cavidad bucal necesaria para producir los diferentes sonidos del lenguaje. Además, ayuda a la creación de diversas expresiones faciales. Es fundamental para manifestar emociones como alegría, enojo o sorpresa.

DATITO:
Los tres huesecillos del oído medio, martillo, yunque y estribo, llamados así por su parecido con estas tres herramientas de trabajo, se mueven, pero por vibración. Son los huesos más pequeños del cuerpo humano y su función es recoger las vibraciones, amplificarlas y transmitirlas del tímpano (membrana timpánica) al oído interno, donde son convertidas en señales eléctricas que el cerebro interpreta como sonidos.










