Sistema urinario. Foto: Istock
Sistema urinario. Foto: Istock

Varias veces al día, todo el mundo deja lo que está haciendo para orinar. La orina la fabrica el sistema urinario, un sistema clave para la homeostasia (conservación de la estabilidad del cuerpo).

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En el centro de ese sistema se encuentran los riñones, que procesan sangre continuamente y extraen de ella dos componentes principales: los residuos indeseados que hay que excretar (expulsar) del cuerpo antes de que aumenten y lo envenenen, y el agua y las sales que superan las necesidades corporales. Así, el residuo líquido resultante, llamado orina, ya está listo para salir del cuerpo.

Pero cómo el cuerpo acumula desechos que necesita eliminar. Procesos corporales como la digestión y el metabolismo (cuando el cuerpo convierte los alimentos en energía) producen desechos o subproductos. El cuerpo toma lo que necesita, pero los desechos tienen que ir a alguna parte.

La cistitis es una infección que se produce en el sistema urinario a causa de una bacteria. Foto: Getty Images
La cistitis es una infección que se produce en el sistema urinario a causa de una bacteria. Foto: Getty Images

Los principales órganos del sistema urinario son los riñones y la vejiga. Los primeros filtran la sangre y fabrican orina; la vejiga almacena la orina hasta que se puede expulsar. Los riñones están a ambos lados de la parte trasera del abdomen superior; la vejiga se encuentra en la pelvis.

La orina viaja de los riñones a la vejiga por dos tubos llamados uréteres, provenientes de ambos riñones. Hay un tercer tubo, la uretra, que lleva la orina de la vejiga al exterior del cuerpo. En los hombres la uretra discurre por el pene, y en las mujeres acaba justo delante de la vagina.

DATITO

La orina contiene principalmente agua (entre el 91 % y 96 %), además de diversos productos de desecho del cuerpo como urea, ácido úrico, sales (sodio, potasio, cloruro) y otros compuestos como creatinina (producto de desecho que se forma con la descomposición normal del músculo), subproductos de la bilis del hígado, amoniaco. También puede contener pigmentos, como el urocromo, que le dan su color amarillento característico, y otros metabolitos.

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