
Una mamografía es una radiografía de dosis baja que se usa para encontrar tumoraciones microscópicas con potencial maligno en las mamas antes de que puedan palparse o dar algún síntoma a la persona que lo presenta.
Se recomienda hacerla desde los 40 años de edad en todas las mujeres sin ningún riesgo de padecer cáncer de mama, pero puede hacerse desde antes si existe, por ejemplo, un familiar en primer grado (mamá o hermana) que tenga esta enfermedad o si presenta alguna condición que así lo amerite.
Aunque existen otros métodos, la mamografía sigue siendo el examen de elección y no produce ningún efecto nocivo para la salud de la mujer. Además, está demostrado que es capaz de reducir el riesgo de morir por un cáncer de mama en quienes la hacen en forma periódica.

Para realizarla, la paciente estará de pie sin ropa de la cintura hacia arriba y colocará un seno sobre una plataforma. Se hará una pequeña presión sobre la mama unos 30 segundos, que puede causar una cierta incomodidad mientras se toman las imágenes.
El día del examen no debe usar desodorante, talco ni perfume en la zona de la mama o axilas, e informar si tiene una prótesis o implante mamario, pues en estos casos pueden ser necesarias más imágenes que las habituales.










