Hay padres que con sus actitudes, acciones o gestos pueden afectar gravemente el desarrollo de sus hijos; el problema es que no reparan en su error. A continuación, te decimos en qué estás fallando:
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LO SOBREPROTEGES
El engreimiento - según el psicoterapeuta familiar José Baldeón Valdivia – no les hace bien a los niños, los convierten en adultos dependientes, inseguros, intolerantes a la frustración y con dificultad para solucionar sus problemas.
CONSEJO: Deja que se equivoque. Las experiencias, sean buenas o malas, lo ayudarán a crecer como persona y ser más responsable.
LO ABRUMAS CON ACTIVIDADES
Evita ponerlo en demasiados talleres o darle muchas responsabilidades en casa, solo para ocupar su tiempo, piensa que eso no es saludable y no lo ayudará a desarrollarse bien.
CONSEJO: No le quites su tiempo de esparcimiento, deja que ría, juegue y sociabilice con otros niños de su edad.
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ESPERAS QUE CUMPLA TUS SUEÑOS
Ni pienses que en tu hijo podrás realizar aquellos sueños o metas que te trazaste en la niñez o adolescencia.
CONSEJO: Deja que cree su propia identidad y descubra sus verdaderas habilidades. Compréndelo y escúchalo, no lo frenes.
ANTEPONERLO A TU PAREJA
Si lo haces, tu compañero de vida se sentirá desplazado. Y lo peor de todo será que el niño le perderá el respeto.
CONSEJO: Evita que el pequeño piense que tiene poder. Explícale las reglas y dile que tiene que cumplirlas.
MENOS REGALOS
Muchos padres piensan que, dándoles regalos y cosas materiales a sus hijos, les están demostrando su amor y cariño. Falso. La mejor forma de hacerlo es satisfaciendo sus necesidades psicológicas. ¿Cómo? Elogiándolos por sus buenas acciones, abrazándolos cada vez que los ven, motivándolos a que cumplan sus sueños y dándoles responsabilidades de acuerdo a su edad.
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Es importante detectarlas pronto para que los chicos puedan ser adultos independientes y felices. Por eso, habla con tus niños y pregúntales cómo están y qué dudas tienen.
‘Papá, dice mi mamá que le des el dinero para la comida’ o ‘Mamá, dice mi papá que no lo llames a cada rato’. Estas frases suelen pronunciarlas inocentemente los niños por encargo de sus mismos progenitores, quienes los convierten en ‘palomas mensajeras’.
“Aunque no parezca, los niños cuando son ‘palomas mensajeras’ experimentan sentimientos encontrados y mucha confusión. A esto se agregan los problemas de sueño, los cambios de estado de ánimo, el bajo rendimiento académico, altos niveles de estrés, tristeza, frustración, apatía y hasta problemas de salud, como dolores abdominales, de cabeza y espalda”, indicó Manuel Saravia, psicólogo y psicoterapeuta del Instituto Guestalt de Lima.
No hay que esperar que se presenten estas señales de alerta -afirma el especialista- para recién darnos cuenta de que algo pasa con los chicos. Si tenemos problemas con la pareja, hay que resolverlos entre nosotros a través de la comunicación, comprensión y tolerancia. Los niños necesitan vivir plenamente su etapa, así se convertirán en adultos emocionalmente sanos, responsables y empáticos.
Cuando estés por decirle a tu niño: ‘Pepito, dile a tu papá…’, detente y recuerda que no debes involucrarlo en un conflicto que no le pertenece.
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