Conoce la historia de éxito del médico pediatra Carlos Chacón. Foto: Archivo Carlos Chacón.
Conoce la historia de éxito del médico pediatra Carlos Chacón. Foto: Archivo Carlos Chacón.

Hoy, 12 de noviembre, celebramos el Día de la Pediatría Peruana. Una noble profesión que tiene en sus manos la vida de millones de niños. Conversamos con el médico pediatra de Emergencias, Carlos Chacón, quien lleva treinta años trabajando en el Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN) y, además, es columnista de este periódico.

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Doctor Chacón, ¿cuántos años lleva ejerciendo su carrera en pediatría?

Llevo treinta años siendo médico pediatra de Emergencias en el Instituto de Salud del Niño, de Breña.

¿Cómo nace su vocación?

Desde que tengo uso de razón he querido ser pediatra. Motivado por familiares que también son médicos. Y mi hija menor heredó la vocación, está estudiando Medicina y quiere especializarse en Pediatría.

Como papá médico, imagino que habrá sido un poco sobreprotector…

Hay una creencia de que el personal de salud es más sobreprotector con sus familiares y es verdad, porque cuando vemos alguna dolencia imaginamos lo peor, lo relacionamos a enfermedades que hemos visto en nuestros pacientes.

A veces es mejor no saber…

Así es, a veces es mejor no conocer las complicaciones de los síntomas que vemos para no estar ansiosos.

¿Usted era el pediatra de sus hijas?

Sí, yo he sido el pediatra de las dos. Cuando requerían una especialidad médica, las derivaba con colegas. Y bueno gracias a Dios no han tenido enfermedades serias.

Para atender niños hay que tener una paciencia invaluable…

Definitivamente. Mira, en la consulta me ocupo del niño. Claro que también de los papás, pero el niño es el paciente. Él tiene que sentirse seguro conmigo, por eso trato de empatizar y conectar con él. Eso es clave para atenderlos.

¿Qué recursos usa para conectar con ellos?

La voz es importante. Los niños necesitan un tono de voz amigable y tranquilo. Tener un ‘saludo especial’ con ellos también cuenta, puede ser un choque de puñito. Hay que darles libertad también, porque hay varios niños hiperactivos.

Su temple debe ser de acero…

Para estar en Emergencias, de cualquier especialidad, hay que tener carácter. El estrés que se vive es desbordante.

¿Cómo así?

De la decisión de uno depende la vida del paciente. A veces el estrés te consume. Hay días donde uno ya sabe cuál es el pronóstico de la persona pero tiene que tratar de salvar al paciente, ser objetivo y calmarse. Hay que tener mucho cuidado, mucho tino, al hablar con los papás. Hay que ser muy cuidadoso con la información que se le da.

¿Ha tenido alguna anécdota con los papás?

Una vez llegó un paciente con neumonía acompañado de su abuelita quechuahablante, la señora no entendía que el niño debía quedarse internado y en medio del problema, me dio una cachetada. Yo no dije nada, me reí y al final logramos hacerle entender.

En estos treinta años de carrera, ¿alguna emergencia que le haya impactado?

Una noche de guardia llegaron tres niños por ingesta de cuerpos extraños, uno tenía una moneda, otro un anillo de compromiso y otro se había pasado un crucifijo. Y ahora están llegando niños con pilas en el esófago, lo cual es mucho peor porque botan sustancias ácidas que queman el tejido del esófago.

¿Cuáles son los miedos más frecuentes de los papás?

Que su hijo tenga una enfermedad incurable y pueda morir. En los últimos años ha aumentado el índice de cáncer notoriamente y debemos preocuparnos.

¿Y las inquietudes más comunes?

Los papás siempre preguntan por el peso y talla de sus hijos. Les preocupa que no crezca lo suficiente o si está subiendo de peso también les preocupa la diabetes. Ahora último están llegando más niños con sobrepeso.

Dicen que los pediatras se vuelven confidentes de los papás, ¿es cierto?

Es que se llega a formar un vínculo de confianza muy importante. Basta que una vez resuelvas el problema de su hijo para que confíe en ti.

Un consejo para los jóvenes que quieren dedicarse a esta noble profesión…

La medicina requiere que siempre estés actualizado. Y como pediatra debes tener mucha paciencia para entender la angustia que sienten los papás. A veces no llegas a entenderla del todo hasta que tú también eres papá o mamá.

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