No es igual beber agua que té o manzanilla, recuérdalo. Foto: Istock.
No es igual beber agua que té o manzanilla, recuérdalo. Foto: Istock.

Beber agua solo con sed es quizás el primer signo de alarma de que algo pasa en nuestro cuerpo. Con solo un 5% de descenso de agua corporal aparecen síntomas como: cansancio, fatiga, dolor de cabeza, dolores articulares e hinchazón.

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Y es que el mecanismo de la sed es tan débil que lo confundimos muchas veces con hambre.

El 70% de nuestro organismo está compuesto de agua y esta equilibra los minerales en el cuerpo.

Un buen estado de hidratación siempre nos pondrá alertas.

Además, el 80% del cerebro se compone de agua y es el primero que sufre la deshidratación. Beber agua es un ‘requerimiento orgánico’.

Muchos pacientes me dicen que el agua no les gusta en invierno y la reemplazan por infusiones; pero la mayoría de estas son diuréticas, que terminan deshidratándonos, lo que incrementa inclusive la sensación de frío.

No es igual dos litros de agua que dos litros de café o té. Si bien las infusiones tienen propiedades digestivas, antioxidantes y estimulantes, hay que consumirlas con mesura.

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