La maternidad colocó a Roxana Álvarez en una encrucijada: dejar a su bebé al cuidado de personas extrañas para seguir ejerciendo su carrera de Ingeniería de Sistemas o encontrar otra actividad que le permitiera estar junto a su pequeño. Eligió la segunda y ahora es una mujer plenamente satisfecha con la vida, junto a su esposo Ronald y a sus hijos Thiago y Rafaela.
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“Era difícil encontrar nana para mi hijo y mi mamá, una mujer que siempre ha tenido bodega, me comentó de un local en San Felipe que estaba en alquiler. Vi que no había una tienda en la zona, así que decidí emprender. Mi meta fue desde un inicio avanzar, no quedarme en una bodeguita pequeña, gracias a la inspiración que me inculcaron mis padres, que siempre han sido muy trabajadores”, contó esta comerciante.
Sin embargo, su decisión de abrir una bodega no fue aceptada por todos. “Cuando dije que abriría la tienda tuve algunos detractores. Mi papá no quería que dejara mi carrera. Otros se burlaron llamándome la ‘bodeguerita’ de manera despectiva, pero eso no me afectó porque tenía metas trazadas y seguí. Ahora estoy casi a punto de abrir otra tienda con un concepto moderno y potenciando las redes sociales y el servicio de delivery”, expresó esta mamita.
EN UN SOLO LUGAR
Una de las cosas que valoran los clientes del minimarket ‘San Felipe’ es que encuentran de todo en un solo lugar, desde una aguja hasta tampones dactilares.
“Cuando me piden algo que no tengo, apunto y lo traigo, así no salga de inmediato. Sé que en algún momento me lo pedirán, por eso sondeo mi zona y veo lo que hay cerca: colegios, notarías, universidades..., entonces pienso qué es lo que podrían necesitar las personas que acuden a esos lugares. Por eso, muchos me dicen que soy la tienda salvadora (risas)”, indicó Roxana con entusiasmo.
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