Octubre es el mes morado, del Señor de los Milagros y, por supuesto, del turrón de doña Pepa. Existen varias teorías sobre su origen, pero una es la más conocida.
Cuenta la tradición que su inventora fue una morena esclava del valle de Cañete llamada Josefa ‘Pepa’ Marmanillo, quien vivió en el siglo XVIII.
Era muy conocida por tener una buena sazón en la cocina. Por desgracia, Josefa comenzó a desarrollar síntomas de una enfermedad degenerativa que con el tiempo paralizó sus manos y brazos.
Mientras perdía el movimiento de sus miembros, la mujer fue declarada libre. Se liberó del trabajo forzado de aquella época, pero no de la enfermedad que seguía avanzando en su cuerpo.
En su búsqueda por sanarse, viajó a Lima y asistió a la procesión del Señor de los Milagros. Allí, frente a la imagen del Cristo Moreno, oró y prometió seguirlo si la aliviaba de su mal.
Durante el primer día de la procesión, recuperó milagrosamente la movilidad de sus brazos y manos.
Esa misma noche, doña Pepa soñó la receta del turrón. Al día siguiente lo preparó, inspirado en el clásico turrón español, al que le agregó miel de chancaca y caramelitos de colores, y lo repartió entre los pobres de las Nazarenas.
Se dice que su devoción la curó y, en agradecimiento al Señor de Pachacamilla, ella regresó al año siguiente y ofreció su popular turrón a Cristo y a todos sus devotos que acompañaban a la sagrada imagen en cada recorrido de octubre.
La receta acabó pasando de mano en mano y con el tiempo se le llamó turrón de doña Pepa.
Otra versión
Otra versión de la historia indica que doña Pepa, una esclava de color, participó en un concurso de pasteles en Lima. Y habría ganado con un dulce que se parece al verdadero turrón.
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