Recurrir a la fertilidad asistida trae consigo dudas, miedos e inseguridades. Lo que puede hacer que en la primera cita médica, con los nervios y todo lo anterior, parezca que todo lo que explica el doctor suene en mandarín, y puede terminar más confundida que antes. Si algo no te quedo claro, aquí te explicamos tres de los términos claves entorno a este procedimiento médico de fertilidad, que son Criopreservación, Congelación y Vitrificación. Si bien parecen conceptos muy similares, existen diferencias marcadas entre uno y otro.
Empecemos por lo básico. La Criopreservación es el proceso en el cual las células o tejidos son congelados a temperaturas extremas para disminuir sus funciones vitales y poderlas mantener en condiciones de vida suspendida por tiempo prolongado. A estas temperaturas, cualquier actividad biológica, incluidas las reacciones bioquímicas que producirían la muerte de una célula, quedan efectivamente detenidas.
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Gracias a la Criopreservación, muchas parejas tienen la posibilidad de guardar sus óvulos y espermatozoides por tiempo indefinido, hasta el momento en que deseen convertirse en padres mediante técnicas como la Fecundación in Vitro (FIV).
Vitrificación
En la actualidad, existen dos técnicas de Criopreservación: la llamada Congelación lenta y la Vitrificación. Cada una de ellas tiene sus características y particularidades.
Hasta hace poco, la Congelación lenta era la técnica más empleada para la preservación de ovocitos. Sin embargo, las tasas de supervivencia de los gametos con este método eran muy bajas debido a que inducía a la formación de cristales de hielo al interior de los óvulos, dañando sus estructuras. Con ello, la posibilidad de lograr un embarazo, utilizando esos ovocitos, se reducía al máximo.
La llegada de la Vitrificación lo cambió todo. Se trata de una técnica de criopreservación ultrarrápida, que lo que hace es retirar el agua intracelular del ovocito para evitar que con el congelamiento se formen cristales y se dañe su estructura. Gracias a este método, los óvulos pueden preservarse saludables y jóvenes por mucho tiempo.
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“Antes de iniciar la vitrificación se debe estimular los ovarios a fin de obtener la mayor cantidad de óvulos maduros. En el laboratorio, estos se colocan en un tanque de nitrógeno líquido a menos 196 grados centígrados bajo cero. A esa temperatura, el gameto entra en un estado de vida inanimada o suspendida”, refiere el Dr. Álvaro Ascenzo Aparicio, ginecólogo y experto en fertilidad asistida de la Clínica Miraflores.
Según el especialista, la edad ideal para beneficiarse con este procedimiento está entre los 30 y 35 años. Sin embargo, es importante que las mujeres a partir de los 25 años empiecen a revisar la salud de sus ovarios a través de la prueba de Hormona Antimulleriana, que permite medir si la reserva ovárica es alta o baja.
DEMANDA SIGUE CRECIENDO
La Vitrificación se ha convertido en toda una revolución en el campo de la medicina reproductiva. A medida que se retrasa la edad para tener hijos, el número de mujeres que desea preservar sus óvulos sanos sigue creciendo. En el Perú, la demanda de este servicio se ha duplicado desde el 2014, lo que refleja una tendencia cada vez mayor entre las mujeres por retrasar su maternidad.
Cabe señalar que la Vitrificación también puede usarse en mujeres jóvenes que deben someterse a quimioterapia por un cáncer, pues este tratamiento daña los ovarios. “Se recomienda también cuando hay endometriosis o una predisposición genética a la menopausia precoz, con condiciones de riesgo para llevar un embarazo normal. En estos casos, la Vitrificación también es una buena opción”, finaliza el especialista.
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