Algunos padres experimentan la preferencia por uno de sus hijos. Y esta acción y sentimiento dependerá de muchos factores y creencias de cada uno de los padres.
Por ejemplo, pasa cuando el varón es el preferido de mamá, la niña la favorita de papá, cuando sentimos más afiliación por el que se parece más a nosotros, cuando nos inclinamos por aquel que vemos más vulnerable, por el más exitoso en la escuela porque nos hace sentir importantes o tal vez el menos virtuoso porque demandará más tiempo y atención.
Este sentimiento es de mucho cuidado porque podemos generar, sin querer, heridas emocionales en nuestros hijos y rivalidades entre hermanos.
Estos favoritismos causan daños muy profundos en los hijos y es algo que podemos evitar practicando la igualdad entre ellos.
Es vital reconocer que cada hijo es único y tienen sus propios talentos, cualidades y personalidades, para así evitar comparaciones.
Ojo, también es necesario dedicar tiempo por igual a cada hijo.