Entre los valores humanos que debemos cultivar, a fin de conseguir una convivencia pacífica y ser mejores personas, destaca por sobre todos el de la tolerancia.
La palabra proviene del latín tolerantia, que significa ‘cualidad de quien puede aguantar, soportar o aceptar’.
Somos tolerantes cuando respetamos a los demás en sus diferencias, porque asumimos que somos distintos y no por ello mejores ni peores.
Otros pueden tener una religión diferente, diversas creencias y gustos variados, incluso antagónicos a los nuestros, pero debemos aceptarlos.
Por ejemplo, si nos gusta el fútbol y somos hinchas de un equipo, no por ello debemos agredir o insultar a quienes son seguidores del cuadro rival.
En materia religiosa es donde, lamentablemente, se dan los peores casos de intolerancia, como vemos en el mundo con atentados y ataques armados contra quienes creen en un Dios diferente.
Una forma de intolerancia que debemos rechazar es la que se expresa contra quienes pertenecen a otro país o cultura.
Tan importante es ser tolerante que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró al 16 de noviembre de cada año como el Día Internacional de la Tolerancia. Con esta medida y otras, como la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, la ONU se une a la lucha contra la intolerancia y el rechazo a la diversidad cultural.