Pequeño de tamaño, pero un gigante de la pintura. Henri Toulouse-Lautrec nació en un castillo de Albi, Francia, el 24 de noviembre de 1864 y murió el 9 de setiembre de 1901, fecha de la que hoy se cumplen 123 años.
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Su nombre completo era Henri Marie Raymond de Toulouse-Lautrec-Monfa Tapié de Celeyran, conde de Toulouse-Lautrec-Monfa, y fue el primogénito de una de las familias aristocráticas más importantes y adineradas de ese país.
Sus padres, Alphonse de Toulouse-Lautrec-Monfa y Adèle Tapié de Celeyran, eran primos hermanos y debido a la consanguinidad el pintor heredó genes mutados y nació con displasia ósea de herencia autosómica recesiva, según el artículo ‘Picnodistosis: El caso de Toulouse-Lautrec’, de Gabriel Alcalá-Cerra y Liliana Alcalá-Cerra.
La publicación indica que fue el primer caso de la enfermedad, reconocido a nivel mundial. La picnodisostosis se caracteriza por la ausencia de una enzima llamada la catepsina K, que presenta fragilidad de los huesos, baja estatura, miembros cortos, osteoesclerosis, fragilidad ósea y suturas craneales abiertas.
De adolescente Toulouse-Lautrec sufrió dos fracturas en los fémures de ambas piernas y dejó de crecer. Debido a esta enfermedad solo alcanzó el metro y medio de estatura.
Su tórax era del tamaño de un hombre normal, pero su cabeza era desproporcionadamente grande y sus piernas demasiado pequeñas.
Con fama como pintor postimpresionista, Toulouse-Lautrec murió en su mansión, aunque no fue la picnodisostosis lo que acabó con su vida, a los 37 años, sino su alcoholismo y la sífilis.
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