
Tras la Segunda Guerra Mundial, Berlín (Alemania) quedó dividida en cuatro sectores de ocupación: soviético, francés, inglés y estadounidense. El área oriental, que estaba en poder de los soviéticos, quedó bajo la jurisdicción de la llamada República Democrática Alemana (RDA) y las otras tres formaron una sola zona gobernada por la República Federal Alemana (RFA).
El lado de occidente empezó a prosperar, mientras que la parte soviética sufría problemas económicos. Esto ocasionó que millones de personas, que vivían bajo el régimen comunista, migraran a Berlín occidental.
Es por esta razón que la madrugada del 13 de agosto de 1961 las autoridades de la RDA ordenaron que soldados bloquearan las calles con bloques de cemento y alambrada. Un muro de 155 kilómetros que irrumpió de la noche a la mañana el tránsito de vehículos y personas.
Con los años, el muro, construido inicialmente con ladrillos, acabó por convertirse en una resistente pared de hormigón de entre 3,5 y 4 metros de altura, con cables de acero.
CAÍDA
En 1989, la frontera entre Austria y Hungría se abrió. Ante esa apertura, cada vez más alemanes pidieron asilo en las distintas embajadas, lo que motivó enormes manifestaciones. Después de 28 años, el gobierno no tuvo más alternativa que permitir el paso hacia oeste, el 9 de noviembre de ese mismo año.
Ese día, miles de personas se concentraron en los puntos de control para cruzar el muro. Fueron recibidas al otro lado entre abrazos por alemanes occidentales que llegaron al lugar enterados de la gran noticia.

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