La historia registra varios casos y las penas se aplicaban en público
La historia registra varios casos y las penas se aplicaban en público

La historia registra casos de que, como humanos, han sido sometidos a juicios, con fiscales y abogados defensores, y si no tenían suerte terminaban condenados, a veces hasta con

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Platón, en su libro ‘Las leyes’, menciona que en un animal que mataba a un humano debía ser procesado en una causa criminal para que la autoridad decida si debía ser ejecutado o enviado muy lejos de la ciudad, es decir ‘deportado’.

La ley hebrea prescribía la lapidación de un animal homicida y la establecía (Ex 21, 28) que, si participaba en una muerte, ‘el buey será apedreado y no se comerá la carne, pero el dueño del buey será liberado’.

En la Edad Media se abría juicio a animales —como cerdos, toros, caballos y hasta a plagas de insectos, aves y ratas, por citar solo algunos— y las penas se aplicaban en público.

El Espejo Sajón —un código en la del siglo XIII— ordenaba, previo juicio, matar a todos los animales presentes en una violación por... no ayudar a la víctima.

La justicia medieval procesó a animales bajo el mismo sistema legal que a los seres humanos. Fuente: Midjourney / Álvaro R. de la Rubia.
La justicia medieval procesó a animales bajo el mismo sistema legal que a los seres humanos. Fuente: Midjourney / Álvaro R. de la Rubia.

En 1386, en Falaise (), una cerda que mató a una niña fue enjuiciada y ejecutada en público vestida con un calzón, una chaqueta, un pantalón y guantes blancos.

En pleno siglo XX han seguido las condenas a los animales, como cuando en la década de 1960 sentenciaron a prisión a una mula que mató a una anciana, en México.

Los animales tenían abogados.
Los animales tenían abogados.

El libro de Javier Alfredo Molina Roa Sobre los juicios a los animales y su influencia en el derecho animal actual, registra que ese mismo año en la ciudad de Lima un loro fue detenido preventivamente por haber averiado la antena de un televisor e insultado al policía que atendió el caso. Su libertad quedó sujeta a que el dueño pagara 750 soles.

En Uganda, en 1966, un elefante fue juzgado por daños a los vehículos cuyos ocupantes no le daban dulces, con tanta suerte que, con un buen abogado, en juicio lo declararon inocente.

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