Había una vez una pareja de esposos que tenía dos hijos. Pedro, el mayor, era un chico muy miedoso, y Juan, el pequeño, era todo lo contrario. No tenía miedo de nada. Por esa razón, la gente lo llamaba 'Juan sin miedo'.
Un día, él decidió salir de su casa en busca de aventuras, pues quería conocer el miedo. Caminando por el bosque apareció una bruja de terrible aspecto. Ella no logró impresionar al joven y huyó ante el fracaso. Luego se encontró con un ogro espantoso, que terminó golpeado por los azotes del muchacho.
Algunos días después, Juan se enteró de que había un castillo cercano habitado por fantasmas. El rey había decretado que quien pudiera pasar una noche entera ahí, sería premiado con la mano de la princesa. Decidido a ganar el reto, el muchacho entró al palacio y al ocultarse el sol, salieron a su encuentro los espíritus más aterradores. Pero una vez más, el chico no sentía terror.
Todos se enteraron de su hazaña y así pudo casarse con la princesa, pero no había logrado sentir miedo. Juan estaba encantado con su mujer y la princesa también lo estaba con él. Pero ella decidió que haría conocer el miedo a su marido.
Una noche, mientras él dormía, ella le lanzó agua helada. El pobre creyó morir del susto. Temblaba de terror y ¡por fin conoció el miedo! Juan, una vez recuperado, agradeció a su esposa haberle hecho sentir miedo, algo que todo el mundo conoce.