Al principio de los tiempos la vida era simple, pero a medida que la humanidad fue creciendo, la vida se complicó y los sistemas de pago comenzaron a ser necesarios. El hombre comenzó a buscar formas para dar valor a las cosas y poder intercambiarlas, lo que ahora conocemos como comprar.
Lo primero que surgió fue el trueque. Este era la acción de entregar una cosa y recibir otra a cambio. Se utilizaba entre pueblos, familias y personas. La primera condición para que se produjera el trueque era el excedente, o sea, ‘doy lo que tengo o que me sobra, a cambio de lo que necesito’.
Luego del trueque vino el sistema de intercambio. Se generaron patrones de valor. Por ejemplo, el trigo y el ganado fueron una referencia de costo y pago, pero fue cambiando por opciones más pequeñas. Las conchas marinas, las semillas de cacao, los clavos, la sal, el ganado sirvieron alguna vez como instrumento de intercambio en distintos lugares del mundo. Por ejemplo, en el Imperio Romano, era usual pagar a los soldados con sal. La sal era muy importante porque permitía conservar en buen estado los alimentos. De ahí viene el término salario.
En la antigua China, el comercio se hacía con granos de arroz. África, India y Oceanía usaron conchas, mientras que en América, el patrón fue el cacao. Las primeras monedas que se conocen se acuñaron en oro y plata en la actual Turquía hace más de 2 500 años. Ya en el siglo IX d. C., durante la dinastía Tang, en China, se inventó la moneda de papel. También aparecieron los primeros bancos, que recibían el oro y entregaban letras de cambio.
A finales del siglo XVI, los bancos europeos comenzaron a emitir billetes. Cada país comenzó a imprimir su propio papel moneda: libras esterlinas en Inglaterra, marcos en Alemania, francos en Francia.