Mono, simio y primate son palabras que muchas veces son usadas, por error, como sinónimos. La palabra primate deriva del latín ‘primis’ que significa ‘primero’, y se han descrito y catalogado unas 150 especies de primates distintas en las cuales entran los humanos, simios y monos.

Es decir, todos los simios son primates, al igual que todos los y humanos. Entonces, ¿Cuál es la diferencia entre los simios y los monos? Seguimos explicando.

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Los simios zoológicamente hablando se caracterizan por un tamaño mayor que el de los monos, mayor desarrollo óseo y craneal, y la ausencia de cola, como por ejemplo los gorilas, los orangutanes y los chimpancés.

Los gorilas son sedentarios, pueden llegar a pesar hasta 280 kilos, tienen una gran musculatura, poderosos dientes y se diferencian de los chimpancés y de los orangutanes en que duermen siempre en el suelo y no en los árboles.

En tanto, los monos cuentan con cola, ya sea larga, corta o diminuta, que les permite mantener el equilibrio y, a veces, funciona como una extremidad, y un esqueleto más primitivo. En este grupo se encuentran animales como los monos araña, aulladores y babuinos.

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Todos tienen una cabeza redondeada y 4 extremidades. El tamaño varía entre las especies, pero pueden ser tan pequeños como el tití pigmeo, que mide de 11.7 a 15.2 centímetros, o tan grandes como el mandril, que llega a superar el metro de altura. Ambos son el menor y el mayor mono, respectivamente.

¿QUÉ SON LOS GIBONES?

Los gibones son primates del grupo de los gorilas y los humanos, pero coloquialmente se les considera ‘monos’. Aunque sean llamados monos, en realidad son simios inferiores.

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En español, las cosas pueden tener género masculino y femenino; sin embargo, hoy existe una corriente que busca cambiar las reglas gramaticales y ponerle femenino a todo en una supuesta lucha contra el machismo, que para algunos lingüistas solo trae más confusión, sobre todo en los niños que están en proceso de aprendizaje.

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“El género es una propiedad de la lengua. Cuando hablamos o escribimos, debemos hacer la concordancia de género entre sustantivo y adjetivo porque esta es una propiedad formal de las palabras, pues estas no tienen sexo, sino género. Si no, no se podría hablar. Los sustantivos tienen género gramatical, algunos pueden ser femeninos y masculinos (mesa y escritorio, por ejemplo). Las lenguas funcionan con generalidades y el género es una de ellas. Por eso, en nuestro idioma usamos el género masculino con dos funciones: para referirnos a sustantivos de dicho género (escritorio, tren) y también como término genérico. Decir que el lenguaje es sexista por el simple hecho de hacer divisiones entre masculino y femenino para los términos es errado”, explicó el lingüista y docente del Departamento de Humanidades de la PUCP, Jorge Pérez, en una publicación de la mencionada universidad.

Debemos evitar usos artificiosos del lenguaje.

¿LOS JÓVENES Y LAS JÓVENAS?

Para la Real Academia Española (RAE) este tipo de desdoblamientos (‘Los ciudadanos y las ciudadanas’, ‘los niños y las niñas’...) son artificiosos e innecesarios desde el punto de vista lingüístico. En los sustantivos que designan seres animados existe la posibilidad del uso genérico del masculino para designar la clase, es decir, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos.

“Por tanto, deben evitarse estas repeticiones, que generan dificultades sintácticas y de concordancia, y complican innecesariamente la redacción y lectura de los textos”, destacó en un pronunciamiento a favor del respeto de la gramática.

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