Son parte de nuestro lenguaje cotidiano y todo el mundo conoce su significado, pero ¿sabes a qué anécdota concreta hacen referencia? Aquí te lo contamos.
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1. ‘De pacotilla’
Documentada en el siglo XIX. La palabra sería portuguesa y deriva de pacote (paquete), y se empleaba para distinguir las mercancías que llevaba un barco.
Cuando eran vendidas, tenían un valor muy bajo. Su significado terminó por relacionarse con cosas ‘de poco valor’ o ‘de mala calidad’.
2. ‘La espada de Damocles’
Significa que nos acecha una amenaza permanente. Cuenta la historia que en la ciudad griega de Siracusa en el año IV a.C. Damocles deseaba las riquezas del tirano Dionisio el Viejo.
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Un día en un festín este le cedió el trono. Damocles se sentó y vio que desde el techo pendía una espada afilada: era el símbolo de la responsabilidad de ejercer un poder tan grande.
3. ‘Cuesta un ojo de la cara’
Esta expresión se emplea para decir que hemos pagado un alto precio por algo y se remonta a la conquista del Imperio incaico protagonizada por Francisco de Pizarro, Diego de Almagro y Hernando Luque.
La frase fue pronunciada por Diego de Almagro en un encuentro con el emperador Carlos I. Le dijo que “el negocio de defender los intereses de la Corona le había costado un ojo de la cara”.
Y así fue, ya que el conquistador perdió un ojo a consecuencia de una flecha disparada por un indio en septiembre de 1524, durante una expedición para auxiliar a Francisco de Pizarro, que había sido derrotado en el Fortín del Cacique.
La expresión que significaba algo muy dificultoso evolucionó a algo que cuesta mucho dinero.
4. ‘De un plumazo’.
Antes de la imprenta, los libros se escribían a mano con una pluma. La Iglesia hacía la revisión y se tachaban frases o palabras que no querían que se leyeran.
El gesto de muñeca con el que se tachaba algo con la pluma pasó a ser conocido como plumazo para referirse a la acción de hacer algo muy deprisa.
5. ‘Medias tintas’.
Se puede hablar a medias tintas o hacer algo con medias tintas, y en ambos casos se estará expresando superficialidad, ambigüedad o una manera vaga de decir o de hacer.
Estas locuciones también nacieron en la época en la que la escritura se realizaba con una pluma que había que mojar en un tintero.
Los escribanos profesionales ofrecían sus servicios para escribir las cartas o manuscritos de otras personas y, para que les saliera más rentable el negocio, lo que hacían era utilizar una tinta de mala calidad que, además, solía estar rebajada con algo de agua. De ese modo cundía para más horas de escritura.
El problema estaba en que, con el paso del tiempo, aquellos escritos se iban emborronando y desaparecía parte del texto o se convertía en ilegible.
Hay quien indica que dicha locución proviene del mundo de la pintura y más concretamente de la técnica conocida como ‘grabado a media tinta’ (‘mezzo-tinta’ en italiano) que fue muy utilizada a partir del siglo XVII para representar los claroscuros y matices.
6. ‘Se armó la de San Quintín’
La de San Quintín fue una batalla en la que se enfrentaron los ejércitos francés y español el 10 de agosto de 1557. Fue en un lugar llamado San Quintín, que en realidad es Saint-Quentin, ya que está en Francia. Aquí los españoles fueron algo más listos y lograron engañar al bando rival haciéndoles creer que iban a hacer otra ruta.
Lo que hicieron fue esconderse en la localidad francesa y oh, sorpresa, atacar al ejército francés cuando se disponía a entrar en la ciudad cruzando el río Somme.
La batalla dio lugar al dicho porque fue especialmente cruenta y acabó con el ejército francés destrozado: unos 12.000 muertos, 6.000 prisioneros y 2.000 heridos.
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