Había llegado por fin el gran día. Todos los animales del bosque se levantaron temprano porque ¡era el día de la gran carrera de zapatillas! A las nueve ya estaban todos reunidos junto al lago. También estaba la jirafa, la más alta y hermosa del bosque. Pero era tan presumida que no quería ser amiga de los demás animales, así que comenzó a burlarse de ellos:
– Ja, ja, ja, se reía de la tortuga que era tan bajita y tan lenta.
– Jo, jo, jo, se reía del rinoceronte que era tan gordo.
– Je, je, je, se reía del elefante por su trompa tan larga.
Y entonces, llegó la hora de la largada. El zorro llevaba unas zapatillas a rayas amarillas y rojas. La cebra, unas rosadas con moños muy grandes. El mono llevaba unas zapatillas verdes con lunares anaranjados. La tortuga se puso unas blancas como las nubes. Y cuando estaban a punto de comenzar la carrera, la jirafa se puso a llorar desesperada. Es que era tan alta, que ¡no podía atarse los cordones de sus zapatillas!
– “Ahhh, ahhhh, ¡qué alguien me ayude!” – gritó la jirafa.
Y todos los animales se quedaron mirándola. El zorro fue a hablar con ella y le dijo:
– “Tú te reías de los demás animales porque eran diferentes. Es cierto, todos somos diferentes, pero todos tenemos algo bueno y todos podemos ser amigos y ayudarnos cuando lo necesitemos”.
Entonces la jirafa pidió perdón a todos por haberse reído de ellos. Las hormigas ataron los cordones y se dio la partida. Cuando terminó la carrera, todos festejaron porque había ganado una nueva amiga que además había aprendido lo que significaba la amistad.
Autor: Alejandra Bernardis Alcain