No son una invención de escritores de novelas fantásticas. Las plantas carnívoras existen y hay alrededor de 630 especies en el mundo. Atrapan insectos y otros invertebrados, incluso, algunas pueden chapar hasta pequeñas ranas.
Estas plantas capturan insectos para obtener su contenido en sales minerales y no la materia orgánica que se descompone. Actúan así porque viven en ambientes muy pobres en nutrientes, tales como humedales, pantanos ácidos y laderas de piedra caliza y se desarrollan en suelo ácido y pobre en nitrógeno asimilable.
Se caracterizan porque tienen mecanismos de atracción de sus presas, como por ejemplo néctar, o colores y olores llamativos. Así como trampas para atraparlas y enzimas digestivas para digerirlas.
Estrategias
Básicamente emplean tres formas diferentes de caza. Las atrapamoscas del género Drosera, y otras, tienen pelos pegajosos a los que se adhieren los insectos pequeños. Cuando se descompone la planta absorbe los nutrientes. Los nepentes tienen unas hojas en forma de jarro que se llenan de agua. El insecto que ingresa ya no sale, queda en el líquido donde se descompone. La dionea tiene unas hojas con espinas en el borde y unos pelos en el nervio central, cuando el insecto toca esos pelos, la hoja se dobla por el centro y el insecto queda atrapado como en una jaula.