Este sábado recordamos un aniversario más de la resonante victoria de los patriotas frente a las tropas realistas en la Batalla de Junín.
El 6 de agosto de 1824, en la pampa de Junín, en la región que hoy lleva el mismo nombre, sobre los cuatro mil metros de altura, las tropas independentistas de Simón Bolívar y las realistas de José de Canterac se enfrentaron con valor. Sí, con enorme valor, porque ambos bandos mostraron entrega total por sus ideales.
Alrededor de las tres de la tarde, las caballerías chocaron. La Batalla de Junín se desarrolló a punta de sables, bayonetas y lanzas, sin un solo disparo.
El enfrentamiento entre la retaguardia de la caballería de Canterac avanzando y la vanguardia del ejército independentista retrocediendo, hacía previsible la derrota, tanto así que Bolívar planificó la retirada. Incluso, el general José de La Mar ordenó al mayor Andrés Rázuri que lleve la orden de retirada, pero el oficial peruano cambió las instrucciones sobre el terreno al decirle al coronel Isidoro Suárez, jefe de los Húsares del Perú, que debía ir ‘¡Al ataque!’.
Así, la derrota previsible se transformó en victoria con el avance de los húsares sobre sus caballos, con sable en mano. Esto motivó a todas las fuerzas patriotas a ir hacia delante, mientras los españoles escapaban derrotados ante la braveza del contendor. Con la victoria en Junín, la Independencia estaba cerca y se coronaría con la Batalla de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824.
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