A casi nueve meses de la ejecución de su marido el rey Luis XVI, encierran a María Antonieta sola en una horrible celda de la Conciergerie, en París , una antigua fortaleza convertida en prisión.

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El 14 de octubre de 1793, la reina destronada compareció ante el tribunal. Fue acusada de traición, de satisfacer sus caprichos en fiestas y lujos, y de dilapidar los fondos nacionales.

Grabado de María Antonieta, frente al Tribunal Revolucionario, en 1793. THEODOR MEYER-HEINE.
Grabado de María Antonieta, frente al Tribunal Revolucionario, en 1793. THEODOR MEYER-HEINE.

Después de diez semanas el encarcelamiento de la reina María Antonieta llegó a su fin. El veredicto del jurado fue tajante: muerte por guillotina.

Se dice que luego de escuchar la sentencia, María Antonieta tomó la palabra dijo: ‘Yo era una reina y tú me quitaste mi corona. Mataste a mi esposo y me has privado de mis hijos. Solo me queda mi sangre: tómala, pero no me hagas sufrir más tiempo’.

María Antonieta camino a la muerte

La mañana del 16 de octubre de 1793 todo París está en las calles. Nadie quería perderse el espectáculo de la muerte de la reina más odiada por el pueblo.

A María Antonieta le cortan su pelo blanco y largo, le atan las manos. La suben en una carreta abierta que la lleva a la plaza de la Revolución (la actual plaza de la Concordia), donde se ejecutaría la sentencia. En el camino las personas la insultaban y abucheaban.

Era el mediodía y la plaza hervía de gente hambrienta de sangre.

Le cortaron la cabeza en la guillotina.
Le cortaron la cabeza en la guillotina.

La reina subió y a diferencia de su esposo Luis XVI, ella no pronunció ningún discurso antes de morir. Quince minutos después, la guillotina cortó su cabeza de un tajo. El verdugo la levantó y la mostró a la multitud que gritaba enfurecida: ‘¡Viva la República!’.

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María Antonieta fue enterrada en el cementerio de la Madeleine con su esposo Luis XVI en una fosa común. Tras la restauración de la monarquía, una vez finalizada la Revolución Francesa, el rey Luis XVIII ordenó trasladar los restos de su hermano Luis XVI y María Antonieta a la Basílica de Saint-Denis y la construcción de la Capilla Expiatoria.

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