
Descubrir una infidelidad duele y sacude la confianza. La primera reacción suele ser la ira y las ganas de venganza. Muchos creen que golpear al o a la amante, humillarlo o exponerlo en redes servirá para ‘hacer justicia’. Sin embargo, el psicólogo Ítalo Arrúe advierte que esa idea solo prolonga el sufrimiento, expone a problemas legales y alimenta un círculo de violencia que no soluciona nada.
“La venganza produce un alivio momentáneo, pero a la larga deja más dolor y resentimiento. Lo más sano es procesar lo que se siente y tomar decisiones en frío”, aconseja el experto.
Sugiere tomar distancia, pedir apoyo de alguien de confianza o acudir a terapia, para pensar con claridad y decidir cómo recomenzar en la vida. El verdadero triunfo no está en hacer sufrir al otro, sino en recuperar la tranquilidad y seguir adelante con dignidad.

La mejor respuesta frente a la traición no es destruir, sino sanar y soltar. “Si la pareja tiene hijos, el tema se vuelve aún más delicado. No se puede buscar venganza con actitudes violentas, porque ese será el ejemplo que reciban los niños”, alerta el psicólogo.










