Detrás de cada negocio exitoso hay una historia de constancia y amor por lo que se hace. Ese es el caso de Efraín Aguilar, un joven emprendedor que convirtió su bodeguita de barrio en un minimarket al que puso por nombre Dorita, en Ate. Con el respaldo de su familia y una visión clara, fue construyendo su sueño paso a paso, hasta transformarlo en un negocio moderno, diverso y con identidad propia.
Al principio, el local era alquilado, pero gracias a su buena administración, Efraín logró comprarlo. Ubicado cerca de un mercado, comprendió que debía ofrecer algo diferente para enfrentar a la competencia. Así nació la idea de especializarse en la venta de golosinas al por mayor, sin dejar de lado productos tradicionales como abarrotes, frutas, verduras, bebidas, congelados, artículos de limpieza y útiles de oficina.
Su creatividad no se detuvo ahí. Decidió habilitar una zona asiática donde ofrece golosinas, bebidas, comidas instantáneas y accesorios traídos de países como Japón, Corea y China. Además, incorporó una minicafetería, donde vende bocaditos dulces y salados, café e infusiones. Su próximo sueño es expandirse y ofrecer un espacio con mesas y sillas para sus clientes.
Como el trabajo en equipo es la base del éxito, el dueño comparte el manejo del negocio con su esposa, quien lidera el área de marketing y redes sociales, especialmente TikTok, donde promocionan nuevos productos y lanzamientos. Él, por su parte, se encarga de los proveedores, las compras y la atención directa al público.
Efraín se preocupa por la inseguridad en el país y reconoce que vive con temor, pues varios de sus familiares han sido víctimas de robos. “Necesitamos alguien con mano dura que frene la delincuencia. Los peruanos salimos a trabajar, pero con miedo de no volver a casa”, reflexiona.
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