La pandemia impulsó a Betty Lártiga Bernales, de 60 años, a abrir una pequeña tienda la la que puso por nombre ‘Bodega Betty’, en Los Olivos.
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A base de trabajo y esfuerzo, sumado a una estricta administración, la bodeguita viene creciendo de forma sostenida, lo que se refleja en la variedad de productos que ofrece desde las seis de la mañana hasta aproximadamente las 11 de la noche.
“Soy madre de cuatro hijos, Alejandro, Milagros, Brayan y Betsy, que ya son adultos y han formado sus propias familias. En pandemia decidí invertir en un sueño postergado por varios años, me decidí y lo hice con una primera inversión de 500 soles. Traté de buscar los mejores precios en mayoristas y compré un poquito de leche, arroz, azúcar, fideos, huevos, detergentes y otros productos. Luego tuve un ingreso de dinero y compré productos de librería como cuadernos, lápices, reglas, tajadores y papeles de regalo, entre otras cosas”, recuerda doña Betty.
Con el paso del tiempo, la dueña ha continuado incrementando la variedad de productos que ofrece en su bodega. “Vendo pan, embutidos, cereales, lácteos, gaseosas, verduras, frutas, algunos licores y también condimentos que yo misma preparo, como ajos, ají colorado, ají amarillo, rocoto, culantro, también hielo en bolsas de a kilo, chupetes y algunas veces hago queques que vendo en tajadas”, revela la incansable comerciante.
Doña Betty aconseja a otras mujeres que no cometan el error de seguir postergando sus metas y sueños y pongan su negocio sin pensarlo demasiado. “Deben arriesgarse porque llevar adelante un emprendimiento es de mucha ayuda. Algo muy importante para el crecimiento de una bodega familiar es evitar sacar productos, todo se debe pagar, de lo contrario el capital se pierde rápidamente”, advierte.
El manejo responsable de la administración y los recursos financieros del negocio son fundamentales para su crecimiento. Es bueno acceder a capacitaciones constantes en gestión de negocios.
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