Todos hemos dicho alguna vez una mentira, ya sea para quedar bien con alguien, evitar un castigo o adaptarnos a un entorno social, pero no cabe duda de que unos recurren a la falsedad con más frecuencia que otros, hacen de la mentira su forma de vida y se convierten en mentirosos compulsivos.
Según el médico psiquiatra José Carlos Negrón Muñoz, aquellos individuos que mienten constantemente y llegan al cinismo tienen baja autoestima y son incapaces de afrontar las consecuencias de sus actos. “Una persona madura y con confianza en sí misma no tiene la necesidad de mentir, dice la verdad y reconoce sus errores”, señala.
CAMBIO DE HÁBITO
Si queremos dejar de mentir, nosotros mismos debemos comprometernos a cambiar ese hábito poniéndonos pequeñas metas diarias; por ejemplo, reducir las mentiras que decimos al día. Cuando ya no podemos hacerlo nos volvemos mitómanos o mentirosos patológicos. “La mitomanía es un trastorno psicopático que puede ser tratado, primero, con una asesoría psicológica o psiquiátrica, y después farmacológica. Debemos entender y conocer por qué la persona miente, solo así podremos ayudarla a salir de ese círculo vicioso”, explica el profesional.