
Las palabras tienen un impacto profundo en nuestro bienestar. Desde la psicología sabemos que el lenguaje moldea nuestra percepción de la realidad y puede fortalecer o debilitar nuestra autoestima.
Un ‘sí puedes’ dicho a tiempo alimenta la confianza; un ‘eres un inútil’ puede dejar cicatrices emocionales que duran años. Lo mismo ocurre con nuestro diálogo interno: la manera en que nos hablamos influye en nuestra motivación y resiliencia.
Elegir palabras amables, validar lo que sentimos y rodearnos de conversaciones nutritivas son actos de cuidado psicológico. Desde esta mirada es importante cuidar lo que nos decimos a nosotros mismos y a los demás, por ejemplo a nuestros hijos.

Somos el resultado del cuento que nos contaron y luego del cuento que nos contamos, pero las heridas emocionales de la infancia no son un destino. Si recibiste un lenguaje que no te construía, hoy puedes reconstruirlo y contarte una historia diferente. Somos arquitectos de nuestro propio destino.










