“Porque vos, se nota que no me querés, se nota que ya no hay amor, entonces ya no hay más que hacer y yo me dedico al alcohol”, se ha convertido en el himno de todos los ‘sufridos’ por amor.

No hay problema si la cantan a todo pulmón e incluso si lloran, es una forma de desfogar y liberarse de aquello que los perturba. Lo que no está bien es entrar al mundo de la bebida por una decepción amorosa. La vida continúa y si, en esta ocasión, tuviste una mala experiencia, identifica tus errores y corrígelos. No sirve de nada darte al abandono y lamentarte por lo que no pudo ser. La razón

Walter Patricio, director del Instituto Psicoterapéutico del Desarrollo Humano, indica que beber alcohol por decepción es una forma de autoagredirse. Los que recurren a esta práctica son aquellos que sufren de carencia afectiva. Se refugian en la bebida argumentando que nunca han sido felices o que les ha ido mal en todo.

Además, minimizan los aspectos felices de su vida y de su fenecida relación amorosa. Aunque también puede deberse a la presión de la misma sociedad, que le repite una y otra vez los fracasos que ha tenido en su vida.

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El especialista aconseja respetar todas las fases del ‘duelo’ tras la ruptura con la pareja. “Dejen que sus heridas sanen y por ningún motivo se envicien con la bebida o abandonen sus metas. Entiendan que el amor no puede forzarse y, mucho menos, malograr nuestra vida”, añadió.

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