La llamada Ley del Talión figura en la Biblia, pero es más antigua.
La llamada Ley del Talión figura en la Biblia, pero es más antigua.

Principio jurídico o religioso, o simplemente justificación de un mal proporcional contra quien causó daño, la frase “ojo por ojo, diente por diente” apareció en tiempos muy lejanos para impartir justicia.

Como un castigo proporcional al daño o la ofensa sufridos, permitió sancionar las infracciones bajo la regulación del Estado, evitándose la venganza personal desproporcionada por la que antes la víctima de un robo, por ejemplo, podía matar al ladrón y hasta a toda su familia.

El origen más remoto del que se tiene certeza de la llamada Ley del Talión (la palabra talión proviene de la raíz latina talis-tale, que significa ‘semejante’ o ‘igual’) se halla en la civilización mesopotámica, en el Código de Hammurabi, cuerpo legal promulgado el siglo XVIII a.C por el rey Hammurabi.

Esa norma legal eliminó la venganza personal para que, bajo el principio de la justicia retributiva, se establezca un equilibrio entre delito y pena para que el castigo sea justo y proporcional al daño.

El principio del “ojo por ojo, diente por diente” también se halla en la Biblia, en los libros Éxodo 21:23-25, Levítico 24:18-20 y Deuteronomio 19:21, del Antiguo Testamento.

Además figura en la Ley de las XII Tablas, de la República Romana, del año 450 a.C., exactamente en la tabla VIII.

Cómo se aplicaba la ley

El “ojo por ojo, diente por diente” no se aplicaba siempre literalmente, como sí podía hacerse con la pena de muerte a quien mató.

Rey Hammurabi. Foto: ¡Stock.
Rey Hammurabi. Foto: ¡Stock.

A un robo no correspondía robar al delincuente, sí a veces cortarle la mano o devolver el bien, ir preso y pagar con sus bienes.

Algunos países islámicos hoy aún aplican la Ley del Talión bajo el principio de la proporcionalidad: ante crímenes como el asesinato, la violación y el narcotráfico aplican la pena de muerte.

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