Todos hemos visto cómo quedan las playas de sucias después de un fin de semana. Lo que no saben los bañistas es que el mal hábito de arrojar o enterrar la basura en la arena se convierte en un círculo vicioso, que terminará por afectarlos a ellos también.
Susalen Tang, directora ejecutiva de la Dirección General de Salud Ambiental (Digesa), advierte que la arena de las playas, sobre todo las no saludables, puede generar una serie de enfermedades como diarrea, conjuntivitis, dermatitis, micosis e intoxicaciones.
La experta indica que la presencia de residuos fecales y orgánicos (huesos, cáscaras, heces de perros) en la arena contribuye a la formación de hongos y bacterias dañinos para la piel y el estómago.
Por ejemplo, si un chico arma su castillo en la arena, y con esa mano ingiere un alimento en la playa, de hecho tendrá problemas estomacales (cólicos, diarreas) o dermatológicos.
MAYOR PROTECCIÓN
Los niños y los adultos mayores son más susceptibles a esta contaminación. “Es importante que la gente cuide su salud y asista a playas saludables. Pero además, evite ensuciar las orillas”, aconsejó.