En la etapa de novios las parejas fantasean con el hogar que van a formar y el número de hijos que tendrán, planes que muchas veces cambian con la vida de casados y la llegada del primogénito, cuando viven la demanda de tiempo, recursos económicos y responsabilidades que acarrea la crianza de los hijos. Sin embargo, es común que luego de un tiempo la mujer quiera encargar el segundo hijo y la pareja se niegue.
Antes que esta enorme diferencia afecte la armonía de su hogar, tome en cuenta los consejos. El psicoterapeuta Walter Dávila señala que hay casos en los que una de las partes acepta la realidad, y el otro persiste en su intento de tener una gran familia, aun cuando no se cuenta con la mejor situación económica, tiempo y la armonía en el matrimonio. Ante ello, “lo más aconsejable es mantener una comunicación abierta y sincera.
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Busquen juntos la razón de la diferencia (falta de dinero, tiempo, inmadurez, etc.) y llegar juntos a la decisión más acertada, que no obligue a nadie a hacer algo que no desea, ni a renunciar a algo que ansía”, recomienda. Además, deja claro que esta decisión no puede ser una razón para separarse.
Sea paciente
Si es su caso, escuche a su pareja e intente entender su perspectiva. Hablen con paciencia de las circunstancias que deberían rodear el nacimiento de un bebé, y acuerden una fecha para concebir un segundo hijo. Si llegado el momento no están dadas las condiciones deseadas, sean comprensivos y mientras tanto disfruten al hijo que ya tienen y la relación.
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Tenga presente que ser padres no es una obligación, es una responsabilidad muy grande que debe ser asumida y deseada por ambos miembros del matrimonio.
Viceversa
Si es usted la que no quiere tener más hijos o prefiere esperar, sea sincera con su pareja y no alimente falsas esperanza o alargue el acuerdo de volver a ser padres. Tampoco desestime la decisión de su esposo. Si no han acordado tener un hijo o han decidido esperar, respete la decisión y no se aventure a concebir otro bebé. Por último, recuerde que los hijos deben llegar al hogar cuando la pareja vive su mejor momento, no cuando hay diferencias o conflictos. No son una solución mágica.