
Cada vez más padres consultan preocupados porque creen que sus hijos tienen TDAH (Trastorno por déficit de atención e hiperactividad). Sin embargo, en muchos casos lo que observamos es sobreestimulación: exceso de pantallas, poca rutina de sueño, ruidos constantes y falta de actividad física.
Esto puede generar falta de concentración, impulsividad y aparente hiperactividad. La diferencia con el TDAH clínico está en la persistencia y el contexto: en el trastorno, los síntomas se mantienen en cualquier ambiente, mientras que en la sobreestimulación mejoran al modificar hábitos.
Es vital acompañar a los niños con horarios claros, menos dispositivos y más juego libre. Prevenir es tan importante como diagnosticar.

El problema es que hoy se habla de TDAH sin evaluaciones completas, lo que lleva a diagnósticos erróneos; por eso es importante contar con un diagnóstico de un neuropsicólogo y apoyarse en otras áreas de la salud mental.
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