
La depresión no siempre ‘parece’ tristeza. A veces habla a través del cuerpo: fatiga, dolores, insomnio, cambios de apetito, molestias digestivas o palpitaciones. Por eso, muchas personas consultan primero por síntomas físicos.
Algunas señales son: pérdida del interés o placer y ánimo bajo la mayor parte del día, con deterioro en el estudio, el trabajo o los vínculos por al menos dos semanas.
La evaluación profesional indaga curso, riesgos y descarta causas médicas y sustancias. El tratamiento eficaz combina psicoeducación, activación conductual y psicoterapia basada en la evidencia; según severidad y preferencia, pueden considerarse antidepresivos con seguimiento.

También encontramos señales de alarma: ideación suicida, pérdida ponderal marcada, insomnio severo, enlentecimiento o agitación psicomotora.
Hablar de depresión es un acto de cuidado: pedir ayuda a tiempo mejora la respuesta terapéutica, reduce recaídas y devuelve funcionalidad y disfrute.










