
Hoy en día, muchas parejas se separan y, pasado un tiempo, deciden regresar. Pero ¿es esta dinámica realmente saludable? ¿Cuándo vale la pena darse una nueva oportunidad? La psicóloga María Paula Ballesteros, del centro psicológico Kalma, sostiene que todo depende de cómo terminó la relación.
Si la ruptura se debió a factores externos, como la distancia o un problema familiar, retomar el vínculo no sería descabellado. En cambio, si hubo violencia o agresión, la idea de regresar no debería siquiera considerarse.
Para tomar una decisión consciente, la especialista recomienda elaborar una lista con las causas que motivaron la separación y reflexionar sobre el impacto que esa persona tiene en el bienestar emocional. Una pregunta clave podría ser: “Si tuviera un hijo, ¿querría que tuviera una pareja como la mía?”

En caso de darse una nueva oportunidad, es esencial verificar que haya cambios reales y coherentes con lo prometido, establecer límites y acuerdos claros, y que ambas partes trabajen en el perdón.
Y si, por el contrario, el ciclo terminó dejando heridas abiertas en uno de los involucrados, Ballesteros aconseja no regresar y abrazar las emociones, como la tristeza profunda o el miedo, recordando que no son permanentes. “Hay que tener paciencia: lo peor pasará y luego vendrá la resiliencia”, afirma.










