Hay niños que ante la negativa de sus padres, pierden el control y nada logra apaciguarlos. Poco les importa que haya gente extraña alrededor o se encuentren en un espacio público. Si bien , no todo está perdido, ya que esas conductas se pueden corregir en la niñez.

Isela Malca Aliaga, psicóloga de la ‘Clínica Internacional’, afirma que los hijos siempre aprenden de sus padres. “Es importante utilizar con ellos un mismo tono de voz, firme y claro, y no dejarse contagiar por sus gritos. De lo contrario, les damos un mensaje contradictorio sobre cómo reaccionar”, explica.

Luego de un rotundo no, los progenitores pueden reflexionar junto con el niño respecto a la decisión tomada: “No te di permiso para jugar porque no terminaste las tareas”. Con ello, -indica- también se le fija límites, el menor se involucra en su propia educación y se le fomenta a pensar antes de actuar.

Si no entiende razones, será necesario llevarlo a un espacio tranquilo en casa donde pueda permanecer hasta que se calme. Lo que no se puede hacer es ceder a sus impulsos.

También ayudan los juegos que requieren de concentración como los rompecabezas e historietas. De igual manera, sociabilizar con otros niños le enseñará a respetar a los demás y mantener su conducta bajo control.

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