POR: ESTEFANY VALLADARES

“Ese grano que se tuesta con manos artesanales, con lo poco que te cuesta nos libra de todos los males”, se lee en la primera estrofa de una oda al café (todavía sin publicar) de Mario Lucio Leandro Puente Pino (55), laboratorista clínico de profesión y de vocación.

Hablar con él es como entrar a una biblioteca sin fin con aroma a grano de café tostado. Todas sus experiencias han sido cosechadas a prueba y error, pero, sobre todo, a punta de tristezas, como la muerte de su hijo de 9 años en el 2009. “Pusimos la cafetería porque necesitábamos superar la ausencia de mi hijo. Entró (al hospital) por una encefalitis y murió en una semana”, comenta, mientras toma su tercer expreso del día.

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casi a faldas del cerro, está Wichay (vocablo quechua que significa en la cima), una cafetería cultural que se ha propuesto devolverles las ganas de leer a todos los vecinos de Lima Este, el sueño cumplido de don Mario.

Don Mario es laboratorista clínico y dueño del café Wichay. Foto: Violeta Ayasta
Don Mario es laboratorista clínico y dueño del café Wichay. Foto: Violeta Ayasta

“Es mentira eso de que no les gusta leer, lo que pasa es que todavía no han encontrado su libro favorito”, sostiene el papito de dos hijos de 25 y 17 años, ambos ingenieros y artistas.

“Me levanto a las 4 de la mañana, llego al hospital Sabogal a las 6:30 y soy uno de los primeros laboratoristas en atender a los pacientes”, refiere sobre su trabajo de lunes a sábado. Por las tardes, se dedica completamente a Wichay.

“A mi esposa no le gusta cocinar, pero solita se encarga de hacer los tamales y la carapulcra. Y Luis, mi ahijado, es experto en makis y algunos piqueítos más. No es por nada, pero somos los mejores del distrito”, enfatiza, mientras coge uno de sus libros favoritos, ‘Cien años de soledad’, de Gabriel García Márquez. “Cualquier joven que quiera empezar a leer, debe hacerlo con Gabo”, advierte.

Es un apasionado cafetero y escribe poesía en su tiempo libre. Foto: Violeta Ayasta
Es un apasionado cafetero y escribe poesía en su tiempo libre. Foto: Violeta Ayasta

El vecino agustiniano afirma que la pasión cultural la lleva en la sangre, pues su padre y uno de sus abuelos fueron fotógrafos y artistas. Aunque él no canta como su menor hijo (que ya se sabe de memoria varias canciones de José José y Sandro), sí declama algunos versos que salen de sus vivencias y tristezas.

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“Todavía no me animo a publicar un libro de poesías, pero en algún momento lo haré. Es casi una obligación”, comenta. “Con los libros y el café aprendí a hacer feliz a la gente”, destaca Mario Puente.

Concuerda en que las generaciones de hoy en día le han perdido el gusto a coger un libro y perderse en sus páginas, por eso se motiva todos los días en ‘stockear’ (como él dice) su biblioteca a total disposición de sus clientes. Tiene casi cien libros y en su colección figuran escritores como , Jaime Bayly, Isabel Allende y Julio Verne, entre otros. “Acá la fórmula es simple: te llevas uno y me dejas otro, o te sientas y lo lees acá”, remarca.

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