Hoy, a mis 50 años, me encuentro reflexionando sobre el viaje que he compartido con las canciones de Pedro Suárez-Vértiz.
Su partida a los 54 años deja un vacío en mi corazón y en el de muchos que, como yo, crecieron y vivieron al ritmo de su música.
Pedro, a través de “Lo Olvidé”, me enseñaste a recordar, a mantener vivos los momentos, incluso aquellos que creí perdidos.
En “Cuando pienses en volver”, encontré un llamado a mis raíces, a recordar de dónde vengo. Con “Me Estoy Enamorando”, viví el amor en sus más dulces melodías, mientras que “Globo de Gas” me inspiró a liberar mis sueños, a dejarlos volar sin miedo.
”Globos de Colores”, con su melodía alegre y su mensaje de esperanza, me recordó siempre mirar la vida con optimismo y color.
“Mi auto era una rana” trajo una sonrisa a mis días, recordándome que la vida está llena de sorpresas y transformaciones. Y en “No pensé que era amor”, aprendí sobre la inesperada naturaleza del amor.
“Alguien que bese como tú” me habló de la eterna búsqueda del amor perfecto, mientras que con “Póntelo en la lengua”, Pedro, me invitaste a vivir con audacia y pasión.
En “Un vino, una cerveza”, encontré un refugio en los momentos de soledad, un brindis a los recuerdos y a los tiempos que se fueron.
Pedro, fuiste más que un músico para mí; fuiste un amigo, un compañero de vida, cuyas canciones se convirtieron en la banda sonora de mis alegrías, mis tristezas, y mis reflexiones.
Aunque nos hayas dejado, tu voz y tu arte viven en cada acorde y en cada palabra. “Hasta que nos volvamos a encontrar”, tu legado sigue vivo en mi corazón y en el de todos los que encontraron en tu música un refugio, una inspiración y un amigo.
Gracias, Pedro, por ser la voz de nuestras vidas. Hoy volverás siempre que alguien ponga uno de tus himnos porque eso has logrado para muchas generaciones.
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