
Como si se tratara de un cuento de horror, muchas personas ya están asustadas por el mes de diciembre, y es que las fiestas de fin de año se han convertido en excesos alimentarios por reuniones familiares, de trabajo y de amigos.
Hoy, una celebración de un solo día se ha convertido en muchos eventos casi todas las semanas. Lo peor viene después de las fiestas, cuando al subirnos a una balanza nos damos cuenta de lo perjudicial que han resultado esos excesos y, si le sumamos una visita al médico, ya hablamos de colesterol, triglicéridos y glucosa elevados.

La palabra clave siempre será ‘prevención’; es importante planificar nuestras comidas para evitar esos kilos de más y agudizar alguna enfermedad preexistente.
Recordemos que una celebración debe traernos alegría y no desgracias. Asimismo, es un momento para reflexionar sobre nuestra actitud hacia nuestra salud. Un año más en el calendario debe ser un año más de buena salud.










