
María, de 50 años, es hija única, tiene dos niñas en edad escolar y trabaja todo el día; su madre Lupe, de 80 años, sufre de la enfermedad de Alzhéimer.
Esta hija está muy preocupada y se siente mal porque piensa internar a su mamá en una casa de reposo.
Las casas de reposo son negocios familiares que reciben a adultos mayores a quienes ofrecen alojamiento, alimentos y cuidados generales. El familiar del paciente paga por ese servicio.

Antiguamente, existían los asilos que eran para niños y ancianos sin familia, y eran regentados por religiosos o la beneficencia. Una persona no debe sentirse mal por llevar a su familiar a una casa de reposo; los tiempos han cambiado y muchas veces no hay tiempo ni espacio para atenderlos.
Antes las familias eran numerosas y el rol de la mujer era otro. Ahora las mujeres trabajan y tienen cargos ejecutivos. Se debe elegir una casa de reposo cerca de los hijos para que estos puedan visitarlos diariamente.










