Po: Samantha Aguilar
Alberto Rossell es conocido en el ambiente del deporte como ‘Chiquito’, pero realmente nada lo achica. Este excampeón mundial de boxeo en la categoría de peso minimosca hoy se dedica a la docencia y está decidido a sacar de entre sus canteras a un sucesor que lo supere.
¿Te alejas definitivamente de las competencias de boxeo?
Hasta el año pasado tuve propuestas de volver, pero el tema familiar para mí pesa más. Mi esposa, mis hijos y mis padres me han pedido que lo haga. Ante eso, he decido alejarme definitivamente.
Pero nunca del box...
Ya no estaré en competencias, pero sigo en el box formando nuevos valores de este deporte.
¿Dónde enseñas?
En mi academia en San Martín de Porres y gratuitamente en la Municipalidad de Santa Anita. Además, soy entrenador de la selección nacional de boxeo.
¿Formas futuros campeones de los puños?
No, antes que eso formo campeones de la vida, personas de bien. Chicos que se dediquen a sus estudios y también al deporte.
¿Qué les aconsejas?
Les digo lo que a mí me inculcaron los maestros en mis inicios. Entrenen día a día. Sean persistentes, sencillos y humildes.
¿Cómo te das cuenta de que uno tiene talento?
En su mirada, en el interés que le pone cuando entrena y se enfoca a lo que está haciendo.
Tu hijo también boxea...
Sí, tiene 14 años y ya está boxeando. A su edad yo era un boxeador aguerrido, él es más técnico. Piensa mucho.
¿Quisieras que fuera campeón?
No me gustaría verlo peleando a nivel profesional, porque esta carrera es muy dura y difícil. Sin embargo, respeto la decisión que tome más adelante.
¿Qué ha sido lo más difícil de enfrentar?
Durante tres años estuve viviendo en Estados Unidos, me fui solo. Me fui a buscar un camino por allá. Trabajaba y entrenaba, lejos de mi familia. Eso me fortaleció como persona.
¿En qué trabajabas?
En construcción y limpieza de colegios. Me fui porque quería cumplir un sueño y lo logré, porque le regalé al país un título que me costó muchísimo.
¿Te consideras el mejor boxeador del Perú?
Más que campeón de box, me considero un campeón de la vida, porque he luchado mucho.
¿En tus inicios tuviste carencias económicas?
Muchísimas. Mi papá era profesor y yo tenía que ir a entrenar todos los días al Estadio Nacional. A veces iba sin almorzar.
¿Qué hacías?
Fui sparring de algunos boxeadores y después me invitaban a almorzar.
¿Tampoco había para los uniformes?
Ni uniforme, ni guantes. Usaba los viejos y rotos, pero para mí eso no era lo importante. Yo me sentía tan emocionado por las cosas que hacía y la pasión que sentía.
¿De chico en el colegio sufriste de bullying por ser bajito?
Sí, pero yo me defendía. Yo nunca me quedaba callado y peleaba. Después ya me respetaban.
¿Les dabas duro?
No, solo me defendía. Nunca he sido abusivo.
¿De chico soñabas con ser el mejor boxeador?
Siempre soñé que iba a ser el campeón del mundo. Nunca me intimidó nada, ni siquiera el hecho de ser bajito. Mis sueños siempre fueron sin ctecho.