Tu diálogo interno también cura. Foto: composición/Istock
Tu diálogo interno también cura. Foto: composición/Istock

La voz con la que te hablas puede ser tu medicina o tu herida. Muchas personas llegan a terapia buscando sentirse mejor, sin notar que el mayor malestar proviene del trato que se dan a sí mismas: la culpa constante, la autoexigencia o el miedo a fallar.

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Modificar el diálogo interno cambia la estructura emocional del cerebro, reduce la ansiedad y fortalece la autoestima. Hablarte con compasión no es autoengaño, es construir un entorno interno seguro y emocionalmente estable. Observar cómo te hablas es el primer paso hacia una mente sana.

Cada palabra crea un patrón neuronal que puede impulsarte o sabotearte. Si repites mensajes de inutilidad, tu cerebro los normaliza; si los reemplazas por afirmaciones realistas y amables, fortaleces tu resiliencia emocional.

Recuperar el bienestar implica reconectar con uno mismo: descansar, pedir ayuda y practicar la autocompasión. No es debilidad, es valentía reconocer que algo no está bien.
Recuperar el bienestar implica reconectar con uno mismo: descansar, pedir ayuda y practicar la autocompasión. No es debilidad, es valentía reconocer que algo no está bien.

Practica el autoapoyo: pregúntate cómo tratarías a un ser querido que sufre y ofrece esas mismas palabras a ti. Elige pensamientos que te sostengan. Tu mente te escucha siempre: háblale con amor.

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