A partir de los dos años, los niños descubren el poder de las rabietas. Buscan comprobar si estas son un medio eficaz para conseguir algo de sus padres. “Pero es allí cuando los adultos tienen la oportunidad de enseñarles sobre la importancia de autocontrolarse”, señala la psicóloga Carmen Bravo de Rueda. Ella recomienda:
SI NO SE CALMA…
Hay que darle un tiempo para que se tranquilice por sí solo. De preferencia, en un lugar donde no haya objetos que pueda botar al piso. Se dará cuenta de que te preocupas, pero no cedes.
1. Mantén la calma. Evita caer en críticas severas y palabras humillantes. Enseña la serenidad con el ejemplo.
2. Sé firme. Déjale claro que la rabieta no lo llevará a conseguir lo que quiere. Puede que tu niño insista con llorar o tirarse al suelo, pero dejará de hacerlo cuando se dé cuenta de que no le resulta.
3. Conversa. Apenas se tranquilice, recuérdale cómo se piden las cosas en casa: sin insultos ni gritos.
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