¡Qué orgullo sientes cuando sabes que tu hijo es el primero de su clase! Sin embargo, ¿acaso te preguntaste si para llegar a la excelencia tuvo que sacrificar muchas horas de diversión de su niñez?
La psicóloga Ana Aldazabal explica que los padres que presionan a sus niños para que sean los número uno del salón, lo hacen porque de alguna manera, ellos lo fueron en su etapa escolar y esperan lo mismo de sus retoños.
Este comportamiento exigente puede afectar al escolar. “Un alto grado de estrés puede dañar el cerebro y alterar el metabolismo (aumento de glucosa en la sangre), entre otras consecuencias perjudiciales para el organismo”, alerta la experta.
Detalla que los padres, lo primero que deben hacer, es reconocer las debilidades y fortalezas de sus hijos.
“Esto les ayudará a saber qué recursos tiene el menor, así como qué apoyo necesita. Así, el chico sabrá dosificar el nivel de exigencia que le permita sentirse seguro de sus capacidades, para luego enfrentarse a retos mayores”, señala.