Ya en marzo se cumple dos años que hice mi primer cuadro. Qué loco como algo que empezó de tacaña resultó ser lo que me apasiona. Nos habíamos mudado a un departamento amplio y comprando los muebles (siempre apuntando al más barato, algunos venían en cajas con manuales tipo huevo kinder, y claramente al finalizar el armado siempre sobran tornillos, patas de sillas, etc), una pared estaba muy pelada y buscando cuadros en páginas de Internet me enamoré de uno que era un mapamundi en 5 paneles aunque el precio me indignaba (mil soles) y como soy una ahorradora compulsiva fui a una de estas casas de pintura y compré los paneles, temperas de un sol y en la ferretería un pincel de pared porque para ese entonces no tenía la más remota idea que habían pinceles de tela y que el vendedor me estaba floreando.
En una tarde lo hice: el mapa estaba frente a mí. Claro, con un par de islas menos y algunas diferencias geográficas con el que había visto para comprar, pero estaba ahí, frente a frente con mi logro hecho con cien soles.
Orgullosa y despertándose algo que debería haberse despertado en el colegio; qué hacía yo descubriendo a los 28 años lo que amaba y me relajaba al hacer esa actividad. Hoy, 2 años después van más de 250 cuadros, más de 160 vendidos a fans a precios de costo y algunos fueron secuestrados por mi mamá cada vez que venía a visitarme a Lima.
Qué increíble pensar que en el colegio odiaba hacer cosas donde tenía q dibujar y al no ser una obligación, lo hago con placer como cuando tu novio quiere a toda costa que entregues tu cuerpo en prueba de amor y te sientes en la obligación, en cambio si haces algo porque te nació es otra cosa.
Aunque cuando ya era mayor siempre me dijeron que tenía habilidades con las manos nunca las había canalizado así. Por las tardes me descubrí poniéndome auriculares, aislándome del mundo, horas enteras sin ver el celular, solo era el lienzo y yo; y Freddy Mercury inspirando los trazos.
A veces la inspiración venía en sentimientos plasmados, y por qué no de Google: siempre dije que algunos los he copiado. Con esto me di cuenta que no hay edad para descubrirse a uno mismo, sus pasiones, sus placeres, a veces jugando o en la ducha te agachas a buscar el jabón y te descubres que la canilla de la ducha fue la mejor experiencia de tu vida, y así uno jugando, accidentalmente o por tacaña que es mi caso…nos encontramos con uno mismo.
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